De regreso al viejo continente hay muchos sentimientos encontrados, el viaje fue largo, las experiencias vividas inolvidables, el tiempo de estadía demasiado corto, las despedidas mas largas de lo soportable.
De regreso y ahora sé que nunca dejaré de añorar el regreso, sé que siempre se guarda el amor por el lugar en donde uno crece, siempre se vuelve al interior.
La transformación ha sido notable, mi aspecto no es precisamente el mismo, a pesar del miedo que me rondaba con respecto a ir a mi país, fue bueno enfrentarlo y ver que hay cosas que nunca cambian, y eso es lo que importa.
No solo traje una maleta llena de delicias de Ecuador, se que entre el dulce de leche, los sweteres de alpaca, las multiples bufandas tejidas por mi madre, también me traje toneladas de amor. Que sería de cada uno de nosotros sin este sentimiento tan indispensable, que triste y gris sería todo.
Aún no llega el otoño, el verano no quiere irse, pero eso no durará, sacó la cabeza por la ventana una vez más antes de que el viento helado congele todo a su paso. Siento que es una señal, no todo es tan frío por estos lares como suelo pensar, también tengo un objetivo aquí, también tengo que ser feliz por este viaje, por la vida que tengo aquí. Aprender que ser gitano no es algo malo, tomarle el gusto a la libertad, a la historia sin fin.
Que toda la mala vibra se quede en el pasado, hoy quiero volver a empezar aquí, volver a decir que esto es lo mío, decir que es un reto que no puedo resistir, y que ellos no se puedan resistir a mi. La vida y la felicidad empiezan cuando uno decide.
He vuelto, pero no me he ido todavía, de alguna forma siempre estaré allá y acá.
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